Madrid, España
El tusi o tusibí es una sustancia psicoactiva de composición variable que ha sido erróneamente asociada con la 2C-B y denominada “cocaína rosa” en discursos policiales y mediáticos. Su uso se ha expandido desde Colombia hacia América Latina, Europa y España, especialmente en contextos recreativos. Aunque la prevalencia general es baja, estudios realizados entre 2020 y 2024 muestran un notable consumo en poblaciones específicas, con prevalencias anuales del 15–20 % en usuarios de sustancias recreativas. El análisis de 470 muestras revela que el tusi contiene principalmente ketamina (93,2 %) y MDMA (92,1 %), siendo residuales la presencia de 2C-B (3,6 %) y cocaína (0,2 %). El consumo se produce mayoritariamente por vía intranasal y suele combinarse con otras sustancias como alcohol o MDMA, lo que incrementa los riesgos. Los principales peligros se derivan de la imprevisibilidad de su composición, su asociación errónea con otras drogas y el policonsumo. Se destaca la necesidad de intervenciones orientadas a la reducción de riesgos, la mejora de la información pública y la adaptación de los sistemas de monitorización
Tusi or tusibí is a psychoactive substance with a highly variable composition, frequently misidentified as 2C-B and referred to as "pink cocaine" in media and law enforcement narratives. Originating in Colombia, its use has spread throughout Latin America and Europe, including Spain, particularly in recreational settings. Although its general prevalence remains low, studies conducted between 2020 and 2024 report annual use rates of 15–20 % among recreational drug users. Analysis of 470 samples reveals that tusi primarilycontains ketamine (93.2 %) and MDMA (92.1 %), with minimal presence of 2C-B (3.6 %) and cocaine (0.2 %). It is mostly consumed intranasally, often in combination with alcohol or other substances such as MDMA, increasing associated risks. Major harms are linked to the unpredictability of its composition, the misinformation surrounding its identity, and polydrug use. The findings underscore the need for harm reduction strategies, improved public information, and enhanced drug monitoring systems