La rabia es una de las zoonosis más antiguas conocidas por la humanidad. Se trata de una enfermedad que, una vez que hace aparición la sintomatología neurológica, es irremediablemente mortal.
Cada año se registran casi 60.000 muertes por rabia, siendo África y Asia los continentes más afectados, aunque su distribución, a excepción de la Antártida, es mundial.
El virus de la rabia se transmite principalmente por saliva, al ser el sujeto mordido, arañado o lamido por un animal infectado, aunque existen casos de transmisión por inhalación de los aerosoles provenientes de deposiciones acumuladas de murciélagos.
A pesar de que cualquier mamífero es susceptible de contraerla, son principalmente los perros los responsables de la transmisión a humanos.
Tras un periodo variable de incubación, aparecen los primeros síntomas inespecíficos comunes a otras patologías. Una vez el virus ha llegado al encéfalo aparecen síntomas neurológicos, siendo patognomónicos la hidrofobia y la aerofobia. Irremediablemente, el paciente deriva en coma y muere a los pocos días. Es el único virus con mortalidad cercana al 100% cuando invade encéfalo y médula espinal.
El diagnóstico en fases tempranas es complicado, ya que las pruebas pertinentes no son concluyentes, ya que los valores son inespecíficos. Es de crucial importancia realizar una correcta anamnesis del paciente, para poder averiguar si ha habido mordedura, arañazo o contacto con algún animal sospechoso de tener la rabia.
No existe tratamiento para la rabia, no obstante, si se pueden adoptar medidas pre-exposición y postexposición. La vacunación pre-exposición es importante aplicarla cuando se vive en zonas endémicas de rabia o se prevé contacto con animales susceptibles de poder transmitirla. La profilaxis postexposición comprende cuidados adecuados de la mordedura o arañazo, vacunación e incluso la aplicación de inmunoglobulinas en la lesión, según mordedura y si existe vacunación previa o no del paciente.
Las campañas de vacunación masiva de animales domésticos, así como en algunos casos de animales salvajes, han conseguido diezmar o incluso eliminar la rabia de algunos territorios.
El esfuerzo y la unión de las autoridades, administraciones públicas, sanitarios y población en general, puede ser crucial en el control de esta temible enfermedad.
Rabies is one of the oldest zoonoses known to mankind. It is a disease that, once neurological symptoms appear, is irremediably fatal.
Nearly 60,000 rabies deaths are recorded each year, with Africa and Asia being the most affected continents, although its distribution, with the exception of Antarctica, is worldwide.
The rabies virus is transmitted mainly by saliva, when the subject is bitten, scratched or licked by an infected animal, although there are cases of transmission by inhalation of aerosols from accumulated bat droppings.
Although any mammal is susceptible to contracting it, it is mainly dogs that are responsible for transmission to humans.
After a variable incubation period, the first non-specific symptoms common to other pathologies appear. Once the virus has reached the brain, neurological symptoms appear, with hydrophobia and aerophobia being pathognomonic. Irremediably, the patient drifts into coma and dies within a few days. It is the only virus with mortality close to 100% when it invades the brain and spinal cord.
Diagnosis in early stages is complicated, since the relevant tests are not conclusive, as the values are non-specific. It is of crucial importance to perform a correct anamnesis of the patient, in order to find out if there has been a bite, scratch or contact with an animal suspected of having rabies.
There is no treatment for rabies, but pre-exposure and post-exposure measures can be taken. Pre-exposure vaccination is important when living in rabies endemic areas or when contact with animals likely to transmit rabies is foreseen. Post-exposure prophylaxis includes adequate care of the bite or scratch, vaccination and even the application of immunoglobulins to the lesion, depending on the bite and whether or not the patient has been previously vaccinated.
Mass vaccination campaigns of domestic animals, as well as in some cases of wild animals, have succeeded in decimating or even eliminating rabies from some territories.
The effort and union of the authorities, public administrations, health authorities and the population in general can be crucial in controlling this dreaded disease.