María Cavero Solanas, Jimena Moya Berned, Lucía Magdalena Martínez, Ana Escusol Marín, Julia Paricio Acero, Noelia Guzmán Gasca
El riesgo obstétrico no solo considera la posibilidad de daño, sino también el impacto o las consecuencias de un evento adverso. Esto cobra importancia en el contexto del embarazo, ya que los eventos catastróficos, como la muerte de una mujer embarazada o un recién nacido, son poco frecuentes. Sin embargo, la gravedad de estos resultados, la responsabilidad de los proveedores, así como las implicaciones de la pérdida para las familias a largo plazo, han enfocado la práctica obstétrica de «alto riesgo» en la prevención1.
La OMS considera embarazo de alto riesgo, cualquier gestación con uno o más factores que potencialmente comprometan la salud materna o fetal durante el embarazo, parto o postparto; el reconocimiento precoz permite intervención oportuna.
Según datos de unidades especializadas en España, aproximadamente el 10 % de las embarazadas podemos clasifican dentro del grupo de alto riesgo, lo que exige un control ginecológico/especializado más estricto.
Obstetric risk considers not only the possibility of harm, but also the impact or consequences of an adverse event. This becomes important in the context of pregnancy, as catastrophic events, such as the death of a pregnant woman or newborn, are rare. However, the severity of these outcomes, the responsibility of providers, and the long-term implications of loss for families have focused «high-risk» obstetric practice on prevention.
The WHO considers a high-risk pregnancy to be any pregnancy with one or more factors that potentially compromise maternal or fetal health during pregnancy, delivery, or postpartum; early recognition allows for appropriate intervention.
According to data from specialized units in Spain, approximately 10% of pregnant women can be classified as high-risk, which requires stricter gynecological/specialized monitoring.