Paula Verdugo Altamirano, María Luisa Pineda Romero, Cristina Rodríguez Casanueva, Rocio Puerta Castro, Karen Vanessa Mira Escobar, Laura Pueyo Galindo
El absceso y la fístula perianal comparten el mismo mecanismo fisiopatológico, siendo el absceso perianal el antecedente más frecuente de la fístula. Los abscesos pueden tener causas específicas, como cuerpos extraños, traumatismos, enfermedades inflamatorias intestinales o infecciones, así como otras afecciones anales, entre ellas la fisura anal. Aunque el tratamiento inicial es conservador, mediante antibióticos, analgésicos y baños de asiento, la presencia de dolor intenso suele requerir drenaje quirúrgico. Si es posible, se recomienda tratar de manera sincrónica la fístula para evitar nuevos procedimientos. La fístula perianal, una comunicación anómala entre la piel perineal y la mucosa anal o rectal, se origina habitualmente en una glándula anal. Su tratamiento es complejo debido a la alta tasa de complicaciones, recurrencias y riesgo de incontinencia. Los síntomas principales son dolor y supuración. Las intervenciones más frecuentes son el drenaje, el desbridamiento y la fistulectomía. En este caso clínico se describe la atención de una mujer de 35 años tras la intervención quirúrgica de una fístula anal y un absceso.
The perianal abscess and fistula share the same pathophysiological mechanism, with the perianal abscess being the most frequent precursor of the fistula. Abscesses can have specific causes, such as foreign bodies, trauma, inflammatory bowel diseases, infections, and other anal conditions, including anal fissures. Although the initial treatment is conservative, involving antibiotics, analgesics, and sitz baths, the presence of intense pain usually requires surgical drainage. If possible, it is recommended to treat the fistula synchronously to avoid additional procedures. The perianal fistula, an abnormal communication between the perineal skin and the anal or rectal mucosa, typically originates in an anal gland. Its treatment is complex due to the high rate of complications, recurrences, and the risk of incontinence. The main symptoms are pain and discharge. The most common interventions are drainage, debridement, and fistulectomy. This clinical case describes the care of a 35-year-old woman following surgical intervention for an anal fistula and the associated abscess.