Los trastornos funcionales digestivos (TFD), como el síndrome del intestino irritable (SII) y la dispepsia funcional, son afecciones crónicas que afectan entre el 10 y 20% de la población. Se caracterizan por síntomas digestivos sin causa estructural identificable mediante pruebas complementarias. Su impacto económico es considerable, derivado de consultas médicas frecuentes y tratamientos ineficaces.
El caso clínico presentado describe a una mujer de 52 años con dispepsia e hinchazón abdominal de dos años de evolución que a pesar de múltiples pruebas diagnósticas y tratamientos farmacológicos no encuentra mejoría, generando frustración. Finalmente, se identificó un componente psicológico significativo relacionado con estrés laboral, cuyo manejo incluyó cambios dietéticos, apoyo psicológico y seguimiento en atención primaria, logrando mejoría clínica.
El diagnóstico de los TFD se basa en los criterios de Roma IV, que permiten evitar pruebas innecesarias. Sin embargo, se utilizan estudios como hemograma, serología celíaca, ecografía y endoscopia para descartar patologías orgánicas. La atención primaria desempeña un papel clave en el abordaje integral, evitando consultas reiteradas y promoviendo un tratamiento personalizado.
El caso destaca la importancia de un enfoque multidisciplinario para los TFD, abordando factores biopsicosociales.
Functional digestive disorders (FDD), such as irritable bowel syndrome (IBS) and functional dyspepsia, are chronic conditions affecting between 10% and 20% of the population. They are characterized by digestive symptoms without an identifiable structural cause through complementary tests. Their economic impact is considerable due to frequent medical consultations and ineffective treatments.
The presented clinical case describes a 52-year-old woman with dyspepsia and abdominal bloating for two years, who, despite multiple diagnostic tests and pharmacological treatments, did not experience improvement, leading to frustration. Ultimately, a significant psychological component related to work-related stress was identified. Management included dietary changes, psychological support, and follow-up in primary care, resulting in clinical improvement.
The diagnosis of FDD is based on the Rome IV criteria, which help avoid unnecessary tests. However, studies such as blood counts, celiac serology, ultrasound, and endoscopy are used to rule out organic pathologies. Primary care plays a key role in comprehensive management, preventing repeated consultations and promoting personalized treatment.
This case highlights the importance of a multidisciplinary approach to FDD, addressing biopsychosocial factors.