Raúl Latorre Tomey, Luis Silvia Rufas, Irene Baniandrés Rodríguez, Paula Martínez Sarasa, Sara Sasal Pérez, Damià Perelló Llabrés
Las heridas complejas son aquellas que, a pesar de un tratamiento adecuado y la corrección de su causa subyacente, no presentan una evolución normal hacia la curación mediante los medios convencionales. Diversos factores intrínsecos y extrínsecos pueden influir negativamente en el proceso de cicatrización, entre ellos, las edades extremas, la malnutrición, la hipoproteinemia, la anemia, enfermedades metabólicas como la diabetes, el tabaquismo y, en el caso de heridas quirúrgicas, la falta de asepsia en el quirófano.
La infección en heridas quirúrgicas puede alterar significativamente el proceso de curación, provocando, en muchos casos, la dehiscencia de la herida. Tradicionalmente, el manejo de estas heridas implica el tratamiento por segunda intención, lo que prolonga el tiempo de cicatrización, incrementa la frecuencia de consultas médicas y de enfermería, generando un aumento en los costes sanitarios, además de contribuir a la morbilidad del paciente.
En este contexto, la terapia de presión negativa (TPN), ya sea continua o intermitente, representa una alternativa eficaz para optimizar el proceso de cicatrización. Su mecanismo de acción permite preparar el lecho de la herida para el cierre, reducir el edema, estimular la formación de tejido de granulación, mejorar la perfusión y eliminar el exudado y los materiales infecciosos.
El conocimiento y la adecuada aplicación de esta terapia resultan fundamentales en el tratamiento y seguimiento de heridas quirúrgicas complejas, mejorando los resultados clínicos y la calidad de vida del paciente.
Complex wounds are those that, despite appropriate treatment and correction of their underlying cause, do not follow a normal healing process through conventional means. Various intrinsic and extrinsic factors can negatively influence the healing process, including extreme ages, malnutrition, hypoproteinemia, anemia, metabolic diseases such as diabetes, smoking, and, in the case of surgical wounds, the lack of asepsis in the operating room.
Infection in surgical wounds can significantly disrupt the healing process, often leading to wound dehiscence. Traditionally, the management of these wounds involves second-intention healing, which prolongs the healing time, increases the frequency of medical and nursing consultations, and raises healthcare costs, in addition to contributing to patient morbidity.
In this context, negative pressure therapy (NPT), whether continuous or intermittent, represents an effective alternative to optimize the healing process. Its mechanism of action prepares the wound bed for closure, reduces edema, stimulates granulation tissue formation, enhances perfusion, and removes exudate and infectious materials.
Knowledge and proper application of this therapy are essential for the treatment and follow-up of complex surgical wounds, improving clinical outcomes and enhancing the patient’s quality of life.