El abordaje nutricional en pacientes postquirúrgicos es crucial para la recuperación, reducir complicaciones y mejorar la calidad de vida. El equipo de enfermería desempeña un papel esencial en la identificación de riesgos nutricionales, la implementación de estrategias dietéticas y la educación continua del paciente. La evaluación nutricional preoperatoria, que incluye el análisis de la historia clínica, hábitos alimentarios y factores de riesgo, es fundamental, ya que la desnutrición preexistente aumenta el riesgo de complicaciones postquirúrgicas. El uso de herramientas como el IMC y escalas específicas permite identificar deficiencias nutricionales que deben ser corregidas.
Las intervenciones nutricionales deben adaptarse al tipo de cirugía y las condiciones del paciente. En algunos casos, la nutrición enteral es preferida, ya que favorece la absorción de nutrientes y mantiene la integridad del tracto gastrointestinal, mientras que la nutrición parenteral se utiliza cuando la enteral no es posible. La enfermera supervisa estos tratamientos y monitorea signos de intolerancia alimentaria y deshidratación. Además, la educación nutricional es clave para mejorar la adherencia del paciente y acelerar la recuperación, mientras que el apoyo psicosocial ayuda a manejar el estrés y las dificultades emocionales que pueden afectar la alimentación. En conjunto, un manejo nutricional adecuado mejora tanto la recuperación física como la salud mental del paciente postquirúrgico.
The nutritional approach in post-surgical patients is crucial for recovery, reducing complications, and improving quality of life. The nursing team plays an essential role in identifying nutritional risks, implementing dietary strategies, and providing continuous education to the patient. Preoperative nutritional assessment, which includes reviewing medical history, dietary habits, and risk factors, is fundamental, as preexisting malnutrition increases the risk of post-surgical complications. The use of tools such as BMI and specific scales helps identify nutritional deficiencies that need to be addressed.
Nutritional interventions should be tailored to the type of surgery and the patient’s condition. In some cases, enteral nutrition is preferred, as it supports nutrient absorption and maintains the integrity of the gastrointestinal tract, while parenteral nutrition is used when enteral feeding is not feasible. Nurses monitor these treatments and watch for signs of food intolerance and dehydration. Additionally, nutritional education is key to improving patient adherence and speeding up recovery, while psychosocial support helps manage stress and emotional challenges that may affect eating. Together, proper nutritional management enhances both the physical recovery and mental health of post-surgical patients.