David Guallar García, Nuria Céspedes Fanlo, Lorien Bovio Albasini, Laura Herrero Martin, Ani Khachatryan Sirakanyan, Marta Mur Irizar
La hemorragia posparto (HPP) es una de las principales causas de mortalidad materna a nivel mundial, responsable de más del 25 % de las muertes relacionadas con el parto. Se define como la pérdida de 500 ml o más de sangre en las primeras 24 horas tras el parto, y su forma más severa, asociada a la atonía uterina, implica una falla en la contracción miometrial que dificulta la hemostasia adecuada. Factores como la multiparidad, cesáreas previas, partos prolongados y deficiencias en el uso de uterotónicos incrementan el riesgo de HPP.
La atonía uterina, como principal causa de HPP, resulta de una combinación de factores, incluidos el agotamiento muscular del útero, el exceso de distensión y la disminución de la respuesta hormonal. Además, la hemorragia masiva puede desencadenar coagulopatías que agravan la situación clínica.
Desde un enfoque anestésico, el manejo efectivo incluye la estabilización hemodinámica inicial mediante monitoreo avanzado, administración de fluidos y vasopresores, así como el uso de anestesia neuroaxial o general según la complejidad del caso. Las técnicas quirúrgicas, como la colocación de balones intrauterinos, y el manejo farmacológico con oxitocina, carbetocina y ácido tranexámico, han demostrado reducir significativamente las tasas de morbimortalidad asociadas.
El enfoque multidisciplinario es crucial, permitiendo la integración de obstetras, anestesiólogos y neonatólogos en centros especializados con recursos para el manejo de emergencias obstétricas. A pesar de los avances, la HPP continúa siendo un desafío global, especialmente en contextos de bajos recursos, donde la falta de acceso a uterotónicos y atención especializada limita los resultados.
Postpartum hemorrhage (PPH) is one of the leading causes of maternal mortality worldwide, accounting for more than 25% of childbirth-related deaths. It is defined as the loss of 500 ml or more of blood within the first 24 hours after delivery. Severe cases, often associated with uterine atony, result from a failure of myometrial contraction, which compromises adequate hemostasis. Factors such as multiparity, previous cesarean deliveries, prolonged labor, and inadequate use of uterotonics increase the risk of PPH.
Uterine atony, the primary cause of PPH, arises from a combination of factors, including uterine muscle exhaustion, excessive distension, and reduced hormonal response. Massive hemorrhage can also trigger coagulopathies, further complicating the clinical scenario.
From an anesthetic perspective, effective management includes initial hemodynamic stabilization through advanced monitoring, fluid resuscitation, and vasopressor administration, as well as the use of neuroaxial or general anesthesia depending on the complexity of the case. Surgical techniques, such as intrauterine balloon tamponade, combined with pharmacological management using oxytocin, carbetocin, and tranexamic acid, have significantly reduced PPH-related morbidity and mortality.
A multidisciplinary approach is critical, enabling the integration of obstetricians, anesthesiologists, and neonatologists in specialized centers equipped for obstetric emergencies. Despite advancements, PPH remains a global challenge, particularly in low-resource settings, where limited access to uterotonics and specialized care hampers outcomes.