Madrid, España
El tratamiento de la enfermedad renal crónica mediante hemodiálisis ha mejorado significativamente la supervivencia de los pacientes, pero también genera un notable impacto ambiental. La producción, distribución y eliminación de los materiales usados en cada sesión contribuyen a la huella de carbono, a la eutrofización del agua y al consumo de energía no renovable. Un aspecto poco explorado hasta ahora es el tipo de contenedor utilizado para transportar el ácido de diálisis. Los resultados recientes de un estudio multicéntrico realizado en 15 centros de hemodiálisis de la Fundación Renal Española han aportado datos esclarecedores sobre la huella ambiental de diferentes contenedores: garrafas de 3,9 L, bolsas de 4,2 L y tanques de 300 y 600 L, encontrando que las garrafas tienen la huella de carbono más alta, seguidas por las bolsas, mientras que los tanques son la opción más sostenible. El análisis del ciclo de vida reveló que la producción y eliminación de los contenedores son los principales contribuyentes al impacto ambiental. Las garrafas requieren mucho más plástico y generan más residuos, mientras que los tanques permiten un uso más eficiente de los recursos. La adopción de sistemas centralizados podría mejorar la sostenibilidad, facilitar la logística y reducir la carga de trabajo del personal, aunque requiere una inversión inicial. La llamada “nefrología verde” promueve prácticas más sostenibles, siendo la elección del tipo de contenedor una decisión clave. Las instituciones deben asumir la responsabilidad de aplicar estos hallazgos, buscando soluciones que equilibren sostenibilidad ambiental y viabilidad económica en el tratamiento con hemodiálisis.
The treatment of chronic kidney disease through haemodialysis has significantly improved patient survival, but it also generates a significant environmental impact. The production, distribution, and disposal of materials used in each session contribute to the carbon footprint, water eutrophication, and non-renewable energy consumption. An underexplored aspect until now is the type of container used to transport dialysis acid. Recent results from a multicentre study conducted in 15 haemodialysis centres of Fundación Renal Española have provided enlightening data on the environmental footprint of different containers: 3.9 L jerrycans, 4.2 L bags, and 300 and 600 L tanks. The study found that jerrycans have the highest carbon footprint, followed by bags, whilst tanks are the most sustainable option. Life cycle analysis revealed that the production and disposal of containers are the main contributors to environmental impact. Jerrycans require much more plastic and generate more waste, whilst tanks allow for more efficient resource use. The adoption of centralised systems could improve sustainability, facilitate logistics, and reduce staff workload, although it requires an initial investment. The concept of "green nephrology" promotes more sustainable practices, with the choice of container type being a key decision. Institutions must take responsibility for applying these findings, seeking solutions that balance environmental sustainability and economic viability in haemodialysis treatment