Alexandra Celi, María Trelis Villanueva, Stephany Bernardeth Lanza Aguilar, José Miguel Soriano del Castillo
, Juan Francisco Merino Torres
Introducción: la intolerancia a los carbohidratos presenta un escenario complejo en el que los síntomas surgen tras el consumo de un sustrato específico y se alivian al eliminarlo de la dieta. La intolerancia a la lactosa es uno de los tipos de intolerancia alimentaria más frecuentes. La intolerancia primaria a la lactosa está relacionada con factores genéticos, el fenotipo de lactasa no persistente, mientras que la intolerancia secundaria puede ser una afección temporal resultante del daño intestinal y la pérdida de la actividad disacaridasa. La absorción de fructosa es un proceso independiente de energía que conduce a una absorción limitada y variable. La fructosa se absorbe rápidamente en el torrente sanguíneo a través de transportadores activos, específicamente GLUT-5 y GLUT-2, que se encuentran en el segmento inicial del intestino delgado.
El tratamiento de la intolerancia a los carbohidratos requiere métodos de prueba precisos, diagnósticos precisos e intervenciones dietéticas personalizadas. Las pruebas genéticas desempeñan un papel crucial en la determinación del perfil genético de un individuo, ayudando a decidir si son necesarias restricciones permanentes en nutrientes específicos, como la lactosa.
Objetivo: esta investigación tiene como objetivo comprender el origen de la sospecha de intolerancia a los carbohidratos, combinando pruebas genéticas con pruebas de aliento para mejorar la eficacia de los planes terapéuticos, ya que las intervenciones dietéticas personalizadas se basarán en el perfil genético del paciente y la capacidad de absorción de carbohidratos.
Materiales y métodos: se combinaron pruebas genéticas (no persistencia de lactasa y riesgo de enfermedad celíaca) y prueba de aliento para lactosa y fructosa. Se recomendaron dietas bajas en lactosa, bajas en fructosa o sin gluten; o una combinación de las mismas en función de los resultados del perfil de pruebas de cada paciente.
Resultados: tras la intervención nutricional, se observó una mejoría significativa de todos los síntomas gastrointestinales, excepto reflujo y náuseas, y de todos los síntomas extraintestinales.
Conclusiones: el diseño de intervenciones dietéticas basadas en las causas primarias y secundarias de la intolerancia a los carbohidratos puede evitar restricciones alimentarias innecesarias; mejorar la calidad de vida de los pacientes y la eficacia del tratamiento a través de intervenciones dietéticas personalizadas.
Background: carbohydrate intolerance presents a complex scenario where symptoms arise following the consumption of specific substrate and alleviate upon their elimination from the diet. Lactose Intolerance is one of the most prevalent types of food intolerance. Primary lactose intolerance is linked to genetic factors, Lactase Non-Persistence phenotype, while secondary lactose intolerance might be a temporary condition resulting from intestinal damage and loss of disaccharidase activity. Fructose absorption is an energy-independent process, leading to limited and variable absorption. Fructose undergoes quick absorption into the bloodstream through active transporters, specifically GLUT-5 and GLUT-2, found in the initial segment of the small intestine. The management of carbohydrate intolerance requires precise testing methods, accurate diagnostics, and customized dietary interventions. Genetic testing plays a crucial role in determining an individual's genetic profile, helping decide whether permanent restrictions on specific nutrients, such as lactose, are necessary.
Objective: this research aims to understand the origin of suspected carbohydrate intolerance, combining genetic testing with breath tests to enhance the efficacy of treatment plans, as customized dietary interventions will be based on the patient's genetic profile and carbohydrate absorption capacity. Material and methods: a combination of genetic testing (lactase non-persistence and celiac disease risk) and breath test for lactose and fructose were performed. Recommendations such as low lactose, low fructose or gluten-free diets; or a combination of them were provided based on each patient's testing profile results.
Results: after the nutritional intervention, a significant improvement was noted in all gastrointestinal symptoms, except for reflux and nausea, and in all of the extraintestinal symptoms.
Conclusions: designing dietary interventions based on primary and secondary causes for carbohydrate intolerance can avoid unnecessary food restrictions; improving patients' quality of life and treatment effectiveness through tailored dietary interventions.