Javier Luna Ferrer, Javier Ordovás Sánchez, Carlos Moreno Gálvez, Luis Corbatón Gomollón, Ignacio Ladrero Paños, Álvaro Morella Barreda
La tuberculosis (TBC), causada principalmente por Mycobacterium tuberculosis, es una enfermedad infectocontagiosa que afecta principalmente a los pulmones, aunque puede ser multiorgánica. La infección puede ser latente durante años y reactivarse ante una disminución inmunitaria. Su incidencia varía regionalmente; en España, la tasa es de 10 casos por 100,000 habitantes.
El diagnóstico temprano es crucial. Incluye anamnesis detallada, prueba de Mantoux, radiografía de tórax y cultivo microbiológico de esputo. Factores como VIH, inmunodepresión, condiciones de hacinamiento y retraso en el diagnóstico favorecen la transmisión y progresión de la enfermedad.
Clínicamente, la TBC se presenta como primaria (asintomática o leve) o secundaria (más contagiosa, con tos productiva, fiebre y sudores nocturnos). Existen formas extrapulmonares como linfadenitis, tuberculosis osteoarticular, y meningitis, más comunes en inmunodeprimidos.
El tratamiento combina fármacos antibióticos durante 6-9 meses, con seguimiento estricto para evitar aparición de resistencias. Es obligatorio notificar todos los casos a las autoridades sanitarias. Además, es esencial investigar contactos cercanos y realizar cribados en grupos de riesgo (VIH, trabajadores sanitarios, procedentes de zonas endémicas).
Los médicos de atención primaria pueden gestionar diagnósticos y tratamientos, derivando a hospitales en casos complicados o de evolución tórpida. El objetivo global de la OMS es erradicar la TBC para 2035, aunque persisten desafíos, especialmente en zonas de alta incidencia y en contexto de coinfecciones como VIH o COVID-19.
En resumen, el manejo adecuado de TBC en atención primaria requiere diagnóstico oportuno, tratamiento estandarizado, vigilancia de contactos y una visión integral de los determinantes sociales y epidemiológicos para controlar y reducir su impacto.
Tuberculosis (TB), primarily caused by Mycobacterium tuberculosis, is an infectious disease that mainly affects the lungs but can also be multisystemic. The infection can remain latent for years and reactivate when the immune system is compromised. Its incidence varies by region; in Spain, the rate is 10 cases per 100,000 inhabitants.
Early diagnosis is crucial. It includes a detailed medical history, Mantoux test, chest X-ray, and microbiological culture of sputum. Factors such as HIV, immunosuppression, overcrowded living conditions, and delays in diagnosis increase transmission and disease progression.
Clinically, TB presents as primary (asymptomatic or mild) or secondary (more contagious, with productive cough, fever, and night sweats). Extrapulmonary forms such as lymphadenitis, osteoarticular tuberculosis, and meningitis are more common in immunocompromised individuals.
Treatment involves a combination of antibiotics for 6–9 months, with strict follow-up to prevent the development of drug resistance. Reporting all cases to health authorities is mandatory. Additionally, investigating close contacts and conducting screenings in high-risk groups (HIV patients, healthcare workers, individuals from endemic regions) are essential.
Primary care physicians can manage diagnosis and treatment, referring patients to hospitals in complicated cases or with poor evolution. The global goal of the WHO is to eradicate TB by 2035, though challenges remain, especially in high-incidence areas and in the context of co-infections like HIV or COVID-19.
In summary, effective TB management in primary care requires timely diagnosis, standardized treatment, contact surveillance, and an integrated view of social and epidemiological determinants to control and mitigate its impact.