J. L. Clua Espuny, Anna Panisello Tafalla, Cristina Solà Adell, Eulàlia Muria Subirats, Josep Clua Queralt, J. Lucas Noll
• Anualmente 120.000 personas sufren un ictus en España. La mitad quedan con secuelas o fallecen.
• Los programas asistenciales del ictus deben tener en cuenta la accesibilidad a la activación de una respuesta rápida y efectiva.
• El médico de familia es fundamental en la continuidad asistencial de estos pacientes: desde la prevención primaria, pasando por la fase aguda, hasta la fase crónica y de secuelas.
• La primera etapa de la activación consiste en confirmar que el paciente presenta signos y síntomas compatibles con un ictus. Las escalas de Cincinnati, RANCOM y RACE son esenciales en el diagnóstico.
• En cualquier paciente independientemente de la edad debería activarse el código ictus siempre que cumpla criterios de RANCOM negativo.
• El objetivo es reducir al mínimo posible el tiempo para establecer el diagnóstico, ya que esto permitirá, en caso de hemorragia, controlar los factores que la causaron, y en el caso de los ictus isquémicos, elegir terapias de reperfusión isquémica.