Madrid, España
Los años de la postguerra estuvieron marcados por la falta de suministros, el mercado negro y el estraperlo. Tras el hundimiento de la producción agrícola, la política económica del régimen franquista, basada en la autosuficiencia y la intervención del estado no fue eficaz frente al aislamiento comercial y la coyuntura internacional tras la segunda guerra mundial. Algunas iniciativas, como la creación de Auxilio Social, (de tinte falangista) intentan paliar el hambre a través de una importante obra benéfica-asistencial que implanta 2800 comedores y 1500 cocinas en el territorio nacional.
La propaganda del régimen fomenta que los españoles aprovechen la escasez de alimentos para reforzar su espíritu patriótico y resignación espiritual, aspecto que se refleja en celebración de los “días especiales del plato único” de ayuno o abstinencia voluntaria. Surgen también profesionales de la cocina como Ignacio Doménech, que con gran ingenio proponen recetas casi “imposibles” como los calamares fritos sin calamares, las chuletas de arroz o la más conocida tortilla de patata sin huevo ni patatas.
En cualquier caso, entre 1940 y 1951 la media de consumo promedio fue inferior a 2.200 kilocalorías por persona y día. Teniendo en cuenta la gran desigualdad social, muchas personas estarían claramente por debajo de esa cifra. La escasa ingesta calórica y la baja variedad de la dieta dieron como resultado la aparición de enfermedades carenciales.
Cabe citar, por el ejemplo el “latirismo mediterráneo” provocado por un consumo excesivo de almortas (Latyrus sativus) que comenzó en 1941 y alcanzó dimensiones epidémicas en los tres años sucesivos. Como resultado del hambre muchos niños y niñas, sufrieron desnutrición crónica lo que se reflejó en un descenso de la estatura en la edad adulta, como reportan los estudios de historia antropométrica. Francisco Grande Covián, discípulo de Juan Negrín (presidente de la segunda República, fundador y primer presidente de la Sociedad Española de Nutrición) junto a Rof Carballo y Jiménez García, se encargan de hacer estudios epidemiológicos en zonas deprimidas como el suburbio de Vallecas. Con ayuda de la Fundación Rockefeller, evaluaron la dieta e hicieron antropometría y analítica sanguínea en un gran número de familias, poniendo de relieve la dura situación de este sector de la población madrileña.